Comentario
Los palacios, y desde luego también los templos, de la época que estudiamos, se ornamentaron interiormente con hermosas pinturas decorativas, imitando, en buena parte, las pinturas hurritas, sobre todo las del palacio de Nuzi.
El único ejemplo conocido lo tenemos en el palacio de Kar-Tukulti-Ninurta, del siglo XIII a. C., cuyas excavaciones han proporcionado unos cuantos estucos pintados. Sus motivos consistían en una amplia cenefa de estilizadas palmetas y flores de loto que delimitaban diversas franjas horizontales, distribuidas en cuadros rectangulares, unos verticales y otros horizontales a modo de metopas. Los primeros estaban decorados con el Arbol de la Vida, de artificioso diseño; los segundos con el tema de las gacelas simétricas al lado del mencionado Arbol, aunque ahora de trazos más simples. Algunos fragmentos, poco significativos, han dejado ver también figuras de míticos grifos con crestas.
Debido a lo poco que ha llegado, no se puede hacer un juicio de valor sobre la calidad pictórica, reducida en su cromatismo a sólo cuatro colores: negro, blanco, rojo y azul.
Poco es también lo que se ha salvado de la orfebrería mesoasiria de interés artístico. Los ejemplares se reducen a una estatuilla broncínea de mujer desnuda (17 cm), encontrada en Djigan, cerca de Khorsabad, de esbeltas líneas y portando un vaso; a una lámina de oro en forma de silueta femenina de poca importancia artística, del palacio de Kar-Tukulti-Ninurta y a un sello cilíndrico de Assur, en cristal de roca, montado sobre un hilo de cobre aguantado por una especie de cruz, también de cobre, de la que pende una lámina rectangular de oro con la figura incisa de una divinidad, pieza que probablemente fue lucida como pectoral en los usos litúrgicos.
Entre los objetos de marfil, únicamente podemos reseñar tres, los cuales manifiestan, sin embargo, el gran nivel artístico de las artes menores: un pixis (9 cm de alto) de Assur, fechable en el siglo XIV, y decorado con una escena de paisaje con diferentes árboles y animales; dos plaquitas ebúrneas, realzadas con la figuración de una procesión, localizadas en el hipogeo número 45 de Assur (el de las dos sacerdotisas), y que adornaron un peine; y, finalmente, un pequeño friso, muy fragmentado, decorado con la figura de un dios con un vaso manante y un toro alado, que hubo de estar fijado en algún mueble u otro objeto del palacio de Tukulti-Ninurta I.